¿Cómo era aquel Tucumán?
Se había elegido como sede del Congreso a la ciudad de Tucumán porque
estaba ubicada en el centro del virreinato y porque las provincias se negaban a que
Buenos Aires fuera otra vez la única protagonista de un hecho que las afectaba a
todas.
En aquel entonces San Miguel de Tucumán era una pequeña ciudad de doce manzanas. Desde lejos podían verse las torres de las cuatro iglesias y del Cabildo. Los tucumanos, unos pocos miles por entonces, tenían una vida tranquila que se animaba al mediodía, cuando el centro se poblaba de carretas, vendedores ambulantes y gente que iba y venía entre las pulperías y las tiendas. No faltaba el azúcar para el mate ni tampoco algún cantor que animara a la gente con una zamba.
Por las noches había tertulias como en Buenos Aires, pero a las diez el toque de queda les recordaba a todos que estaban en zona de guerra y que había que refugiarse en las casas.
Los primeros en llegar a Tucumán fueron los diputados porteños y los cuyanos. Los restantes se fueron sumando luego, hasta que el 24 de marzo de 1816 se inauguraron las sesiones del Congreso.
El Historiador
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